Saturday, July 15, 2006

Jalea de Perla

** Esta entrada en particular se refiere a la Primer Fecha de 2 que Pearl Jam dio en el estadio de Ferrocarril Oeste en el 2005. Como es usual, no fotos...

Todo comenzó ese Viernes loco, en el que me desperté atontado y confundido. Después de mi ducha matinal, logre coordinar mis movimientos en la justa medida de poder servirme una porción de Cuadraditos de Avena. Harto orgulloso de mis facultades psicomotrices (Teniendo en cuenta que el tedio de los Reportes de Laboratorio me había forzado a un régimen esclavista con vistas al colectivismo de 3 horas de sueño diarias) me movilicé hacia la heladera, en procura de Leche para completar mi desayuno. Tras 5 minutos de infructuosa búsqueda, di con el objeto de mis tribulaciones: Un bidón de esos de 2 litros, con la tapita de aluminio y todo. Nuevo, joya nunca taxi. Lo abrí, y en mi arrebolado estado no note lo obvio hasta que fue muy tarde. 10 segundos y una cucharada mas tarde, partículas de Avena impactaban el vidrio de mi cocina a velocidades hasta ese momento impensadas para un producto de origen cereal. La leche estaba vencida.

Pero para. Esta no es la historia de como me cague un desayuno. No señores. Esta es la historia, en parte, de porque incluso si me hubieran remojado las gónadas en miel y me hubieran tirado en la casa de Winie Pooh no me podría haber chupado mas un huevo. Es que verán, 12 horas mas tarde, Ferro se estremecía con los primeros acordes de Breakerfall. Pero ya llegaré a eso mas tarde.

Después de mi infructuoso desayuno y una muy poco memorable jornada laboral (De la cual me escabullí una hora antes, gracias a un oportuno recuperatorio de Lab), enfile hacia Ciudad Universitaria, donde bien puedo haber sentado la nueva marca para resolución de parcialitos en condiciones de completa ignorancia. 30 minutos después de haber pisado el predio de Núñez, un 42 mágico y de la alegría dejaba esas mismas premisas, cargado de un ominoso y significativo destino. Bueno, de eso y de estudiantes de la FADU, se entiende.

Tras ansiosos 3/4 de hora de periplo, arribamos a tierras del Verdolaga. Me dirigí raudo a casa de Lüa y le confié al guardia mi mochila, mi billetera, mi camisa y una carta para mis padres, en caso de que no regresara. El guardia en cuestión, una especie de Templario de la Propiedad Vertical, me ungió de una breve pero emotiva bendición y me despidió expeditivamente, haciendo hincapié en el "Ve, hijo mío" justamente al hincar su pie en mi cóccix. Así, con lagrimas en los ojos, muñido de una entrada y mi fiel Celular (Campeador de predios tan hostiles como el Punk Alemán, y diversos como el Big Beat Ingles) hice mi entrada en Ferro.

Allí, magia de la telefonía sin hilos mediante, me encontré con el Contingente Irrompible (Jime, Leto, Tom y Shad) y momentos mas tarde con Sebastián Bronico, la Tecla Iluminosa. Sonaba Mudhoney, quienes calentaban los motores de la muchedumbre para la debacle inminente, y las piezas estaban en su lugar. Extáticos, esperamos...

Cuando murió el último acorde, y aun resonaba el último "Gracias!" de la banda que se despedía, eventos fueron puestos en marcha contra los cuales era inútil resistir. En cuestión de minutos me encontré separado del grupo, a escasos metros de la valla mientras la muchedumbre se repartía entre corear el nombre de la banda, demandar Agua a grito pelado y prodigarle las más imaginativas propuestas indecorosas a una rubia con una cámara de fotos. Plus, el nunca faltante e inequívoco aluvión de epítetos hacia los plomos, desde ya.
Al fin, la espera termino. En una ovación digna de cantos épicos de gloria de antaño, Pearl Jam tomo el escenario, y la violencia dijo presente.
Ahora bien, hay quienes dicen que las emociones pueden ser violentas, hay otros que hablan de la violencia Psicológica. Esas son meras intelectualizaciones de la Violencia. Una violencia... Platónica, si se quiere. La verdadera Violencia es la del Dolor FISICO; la de una tenaza arrancando una falange de cuajo, por ejemplo. O en este caso la de una rodilla internándose en el espacio otrora ocupado por mis riñones. Ferro EXPLOTÓ.

Para cuando la gente deliraba Haciendo la Evolución, mis piernas enviaban claras señales de que no iban a soportar mucho mas, y mis pulmones le enviaban una carta documento a mi cerebro excusándose por la presente baja en el rendimiento, y que lamentaban si esta noticia le llegaba en mal momento, pero que por razones de salud emigraban a un lugar con un clima mas propicio. Mis talones, por ejemplo. Animal narro luego mis desventuras rumbo a pasturas más verdes, y MFC me encontró comprando un agua a precios prohibitivos tras la torre central.
Pero entonces sucedió: Los pensamientos arribaban como mariposas, y no tuve otra opción más que perseguirlos.

Las dos horas que siguieron son una amalgama de puntos álgidos, cada minuto mas intenso, mas vívido que el anterior, con grandes momentos como Once, Jeremy, I believe in Miracles y Better Man. Entre ellos me encontré con Diego STP, ese mítico teleoperador de Handling Imposible, y con un sujeto pequeñajo, a quien solo puedo describir como un Huscarle. Un Huscarle de Elite. Mención especial a este muchacho, no solo por el tesón con el que su metro sesenta de rulos encaraba las abrumadoras muchedumbres, si no por su ingenio afilado a la hora de hacer comentarios IntraPogo

Huscarle (En medio del Pogo Sacadísimo): No te puedo creer! Se me desataron las zapatillas... =P

Angel: Podría ser peor, a mi se me cayeron los lienzos =P

Huscarle: Ya fue, aprieta los cantos entonces y dale para adelante...

Y así transcurrió la velada, hasta el momento de Apoteosis (Si Leto, en tu cara!!! =P) en que se vino abajo la mampostería al son de Alive. Damas y caballeros, este momento simplemente supera mis dotes narrativas... Tendrían que haber estado ahí...

Tras el emotivo Summit de Yellowledbetter, acantonamos a los jinetes junto al Stand de Musimundo y encaminamos tumbo a LetoLand, donde entre sanguche y birrete de por medio intercambiamos relatos de batalla. Luego Shad anuncio su exeunt, el cual fue seguido en rápido Tandem por la fuga en La Mayor (Prisa) de Jime, Tom y yo. Abordamos un Tacho Funky, y entonces fuimos 3. Primero dejamos a Tom, y luego yo abandone el vehiculo en Corrientes y Callao, presto a surcar el asfalto en el raudo 60. Claro que el reputo bondi no apareció hasta dentro de una hora y media, pero en ese momento yo era todo bríos, esperanza y moretones. 45 minutos más tarde seguía siendo el mismo gil en pantalones destrozados esperando un colectivo. Cuando por fin hizo su aparición el 60 1, la multitud a la espera de transporte lo vitoreo como un héroe que regresa de la guerra, como al hijo prodigo que llega con el pan bajo el brazo. Hubo lágrimas, abrazos y alguna que otra tocadita de culo, y subí con un sentimiento de quien regresa a su casa después de un largo e intenso día.

A las 4 paradas se rompió el Micro. Una rápida consulta con el bondiolero me indico que, de esperar otro que vaya por Panamericana, me podía llegar a quedar clavado otras 2 horas. Me subí al próximo objeto rodante que paso, de mas esta decir. En un ameno paréntesis, me gustaría mencionar que al detenerse el vehiculo, me salio una de esas puteadas que vienen de lo profundo del corazón. Hablo de esas construcciones magnánimas que son de una retórica tan arcaica que provoca la admiración de los aliados e infunde el más abyecto pánico en el corazón de tus enemigos. Una maldición de un calibre tal, que la piba que venia al lado mío no pudo mas que cagarse de risa y acotar "Te salio del alma, no?". Esto dio pie a una breve pero interesante charla, de la cual por supuesto no obtuve nada. Por si alguien no leyó mis relatos anteriores, sépanlo: Dios me Odia.

Iba entonces, en un bondi desconocido, hasta Puente Saavedra, donde hice un raudo trasbordo a un 365 en el cual saque boleto muy de menos para poder llegar a Torcuantinopla. Al momento de pisar 202 y Panamericana, mis posesiones materiales ascendían a: Apuntes de Química Inorgánica, una bolsa de ropa con un hedor tan pungente que provocaría las arcadas incontrolables de un Ciruja Veterano devorador de Ratas, y 15 centavos.
Si, Quince.

Me arrastre lastimeramente los 2 últimos kilómetros hasta mi hogar. No se que hora habrá sido, ya que mi Celular había fenecido en el Colectivo Misterioso, al igual que mi Walkman. Solo se que llegue a casa, me duche, comí una porción de pizza y colapse en el camastro. El Viernes Loco, concluía...

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